Conociendo a:

Sally Mann

La intimidad es una de las características principales en las fotografías de esta hacedora de imágenes estadounidense. Su familia es la principal protagonista en muchos de sus portafolios, además de una gran exaltación a ese entorno sureño de su país natal y al que continúa formando parte, puesto que aún vive en una granja en el estado de Virginia.





En la década de los ochenta se dio a conocer con un trabajo muy hermoso e intimista titulado: Family Pictures. Una labor fotográfica que desarrolló durante varios años, el cual consistió en retratar a sus tres hijos, en escenas aparentemente familiares: reuniones, niños jugando en el río, durmiendo.

Cada fotografía fue una puesta en escena donde toda la familia participaba en la producción y sacaba cientos de tomas.



Pese a la sensura que sufrió por típicos grupos conservadores norteamericanos e incluso medios de comunicación extremistas, Sally Mann explica que estas fotografías "son naturales a través de los ojos de una madre, que ha visto a sus hijos en todos sus estados: felices, tristes, bulliciosos, ensangrentados, enfadados e incluso desnudos”.

Las fotos de sus hijos causaron controversia justamente por la sinceridad de su discurso, son de una honestidad que confronta al observador. Mann fue acusada de crear pornografía infantil en la década de los 90´s.

Su hija más pequeña comenta que no entiende la controversia acerca de las fotografías familiares y añade “perdimos a una madre hasta cierto punto pero ganamos una amiga y una artista”. 

 
Sally Mann ha experimentado con imágenes a color aunque prefiere el blanco y negro, se ha sumergido a través de varios géneros fotográficos como: el paisaje, la fotografía de arquitectura, así como retratos y naturaleza muerta. 
  
Pero realmente encontró su oficio con su segunda publicaciónAt Twelve: Portraits of Young Women, en el año 1988.

 Todo su trabajo fotográfico es bastante notable, porque muestra la belleza del entorno y de la inocencia de la niñez, de la adolescencia, al mismo tiempo que una gran altivez que impacta.


Otro de los reconocidos trabajos de Sally es Proud Flesh, le ocupó más de seis años, y es una mirada al sufrimiento de su compañero de vida, Larry, un conocido abogado de Lexington, que sufre un estado avanzado de distrofia muscular.

Pasó de fotografiar momentos naturales en la infancia, pero con una estética impecable en la composición y en la historia; a mostrar lo momentos de vulnerabilidad por los que pasaba no sólo su esposo sino toda su familia.

En 2001 la revista Time la reconoció como la mejor fotógrafa americana. Es curiosa la visión del espectador ante la obra de un artista; mientras que unos ven pornografía, otros encuentran una fuerte magia.




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Francesca Woodman


Francesca Woodman, fue una fotógrafa estadounidense que nació en 1958. Su obra consiste en retratos de mujeres en blanco y negro, siendo ella misma la modelo en muchas ocasiones. El cuerpo es uno de los temas centrales de su fotografía; las figuras humanas aparecen borrosas, perdidas en la sombra, parecen formar parte de las salas invadidas por el deterioro.

Para Woodman el medio preferido para sus imágenes era el libro: sus fotos pasaban desapercibidas en galerías, sobre todo si tenían que competir con las imágenes de moda, aumentadas a tamaños descomunales. Diseñó libros para recoger sus fotografías, pero sólo se publicó uno de ellos: Algunas geometrías interiores desordenadas, en 1981, ese mismo año perdió la vida.


La autora utiliza su cuerpo como la base de sus autorretratos. Desde ese cuerpo se inicia la lectura hacia el otro cuerpo visual que forman los objetos y el entorno que lo envuelven. Si para Platón, “el alma, si quiere conocerse a sí misma, debe mirar a otra alama”, Francesca Woodman propone que la conciencia propia del cuerpo sólo se puede percibir desde la mirada que nos ofrece la representación artística. 



Un ego obsesivo y una frágil personalidad coexistían en Francesca Woodman, quien se suicidó a los 22 años dejando tras de sí mucho más que la promesa de un misterioso talento. Desnudos fantasmagóricos, juegos surrealistas y una sexualidad tan ansiosa como etérea: probablemente pocos han visto el desasosiego femenino con la lucidez de esta niña-artista fruto de un sólido matrimonio bohemio (ella ceramista y escultora, él pintor y fotógrafo) que vio como el hermoso retrato familiar se hacía trizas con la violenta muerte de su hija pequeña, quien para añadir más dramatismo a la escena no se conformó con una muerte discreta sino con un aparatoso salto al vacío desde su casa del Lower East de Manhattan que le desfiguró su preciosa cara. 
Woodman se crió y formó entre EE UU e Italia. Fue una niña americana en la Toscana, rodeada de amigos artistas de sus padres, y una adolescente becada en Roma. Probablemente su gusto por los escenarios bucólicos y decadentes no se entiende sin ese contacto con el viejo mundo. Empezó a hacer fotografías a los 13 años, en blanco y negro, de pequeño formato y casi siempre con ella misma como protagonista. Imaginaba libros para aquellas imágenes que pegaba en sus cuadernos y diarios. La naturaleza (ramas, bosques, pájaros...) y las casas (paredes, muros, ventanas...) jugaban un papel fundamental en la composición, había algo siniestro en aquella densidad simbólica, historias llenas de melancolía y tristeza con ella como único centro de todo. 

En menos de una década, Francesca Woodman creó, antes de morir, un potente conjunto de fotografías en el que exploró el cuerpo humano y el complejo problema de la representación del yo. Íntimo, directo y visceral, el trabajo de esta fotógrafa revela la inusual y coherente visión de una artista que, pese a no llegar a la edad adulta, ha influido considerablemente a posteriores generaciones de artistas. A Woodman le interesaba principalmente el retrato, y centró preferentemente su producción sobre la exploración despiadada de su propio cuerpo, habitualmente desnudo. Con un marcado carácter autobiográfico, sus fotografías la muestran en escenarios melancólicos, habitaciones en las que la artista retrata la soledad, el olvido y el paso del tiempo. Su figura, mostrada al desnudo en interiores destartalados y con cierto aire gótico, se mueve entre la aparición y la desaparición, la sexualidad y la inocencia. En algunos trabajos su cuerpo aparece borroso, en movimiento, escondido tras papel pintado. En otros aparece presa de ventanas o debajo de muebles, posando con objetos simbólicos o entreviéndose tras ropas andrajosas.
Inusualmente talentosa y precoz, la compacta carrera de Woodman muestra a una artista a punto de eclosionar. Sin ser todavía una mujer madura, tampoco se trata del trabajo de una niña inocente, su obra se mueve en un momento provisional y tumultuoso anterior a la verdadera madurez, siendo introvertido, experimental e incompleto.









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Duane Michals


Nació en Pennsylvania en febrero de 1932, es hijo de una familia obrera. Y desde adolescentes se interesó en el arte. A la edad de 26 años viajó a la Unión Soviética y con una cámara prestada retrató a las personas que se encontraba. Con estas  imágenes organizó su primera exposición en la Underground Gallery de Nueva York.

A partir de entonces se dedicó de lleno a la fotografía, hasta el punto de ser considerado uno de los artistas más importantes del siglo XX. En cuanto a su trabajo se caracteriza porque la realidad está formada por apariencias y experiencias asociadas a sus sentimientos. Trabaja con lo invisible, elementos abstractos como el sueño, la muerte o el deseo. Parte del recuerdo para encontrar nuevas formas de expresión, a la par que juega con memoria y tiempo. 

El espectador debe hacer uso de su imaginación para rellenar los espacios vacíos de información siempre presentes en sus imágenes, y al completar la historia que Michals narra alcanzamos el Punctum, definido por Barthes, cuando una foto es capaz de marcar al espectador por su propia experiencia.


Sus obras parten de la idea, se preocupa por lo artístico dejando de lado lo técnico y destaca el papel de emociones y sueños. Por esta razón su trabajo ha sido considerado un ejemplo de fotografía conceptual.  Influenciado por artistas de la talla de Magritte y Balthus, Michals incluyó textos filosóficos a sus imágenes que reflexionan sobre la muerte, el sexo y la fe entre otros temas. A lo largo de su obra ha experimentado con exposición múltiple y ha incluido dibujos y textos a sus imágenes.

Al escribir sobre sus fotos las vuelve únicas. Además, los temas que trata son tan cercanos a nosotros que es sencillo identificarse con la historia que narra. Juega con la imagen mental de cada espectador, la idea de bucle y la imagen infinita, en la que quedamos atrapados.


Con Sequences comenzó a trabajar en serie. En estas tomas trata la temática del destino, o como una elección determinada es capaz de cambiar nuestra vida. Otras imágenes, como Recuerdo la pelea, incluyen un personaje que actua como espectador dentro de la propia fotografía, reflejo de nosotros mismos como espectadores pasivos. En The moment before the tragedy juega con el título, dejando siempre preguntas sin responder.

Sobre la imaginación realizó varias secuencias sobre “lo que podría ser”, lo que le permite crear incertidumbre y descolocar al espectador, siempre según la imaginación de cada persona que se enfrenta a sus imágenes. En Las cosas son extrañas vuelve a la idea de bucle, de imagen laberíntica.

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Nobuyoshi Araki

Es un fotógrafo japonés, que nació en 1940. Araki se mueve por las calles de Tokyo cámara en mano, retratando sin pensárselo cualquier cosa que le llame la atención. Su barrio favorito para ello ha sido siempre Kabukichō, en cierto modo el “barrio rojo” de Tokyo, lleno de love hotels, burdeles, clubes nocturnos, sex shops y gente interesante. El inolvidable libro Tokyo Lucky Hole, de 1980, muestra a un Araki juerguista, mujeriego y con una saludable capacidad para reírse de sí mismo y hacer lo que se le pase por la cabeza sin preocuparse de parecer respetable. 

Los paseos de Araki prueban que es un maestro de la poesía urbana. En la serie de fotos Tokyo Nude, de 1989Araki yuxtapone imágenes de mujeres desnudas con paisajes tokiotas de rascacielos, apartamentos, bosques de cables eléctricos. El fotógrafo recorre las calles de la ciudad con el mismo ánimo explorador con que repasa las curvas femeninas: la lujuria del urbanita, aunque siempre con un aire vagamente nostálgico.


La serie de fotografías que mejor ilustra la máxima de Araki que abre este artículo (“la fotografía es amor y muerte”) es Sentimental Journey/Winter Journey, el melancólico e impactante retrato de dos décadas de matrimonio en una serie de imágenes que muchos consideran las mejores de su carrera.
En 1971 Araki se casó con una joven ensayista llamada Yoko a la que amaba con locura. Fiel a sí mismo y a su personaje, el fotógrafo se llevó la cámara a la luna de miel y la documentó cuidadosamente, así como gran parte de sus primeros años de casado. Observando las fotos nos volvemos testigos de sus paseos, baños, orgasmos, bailes, discusiones, alegrías. La mirada de Yoko es casi siempre muy intensa, soñadora, algo melancólica. Vemos centenares de retratos naturalistas de Yoko asomándose a la ventana, Yoko acariciando a su gato Chiro, Yoko nadando en un lago, Yoko dormida en un bote tumbada en posición fetal. Esta última imagen es una de las más conocidas de Araki, y resulta no sólo hermosa visualmente sino también extrañamente turbadora. Y es que jugando con la ventaja de saber que Yoko moriría pocos años más tarde, podemos ver en esa imagen un cierto presagio, un símbolo de su viaje al más allá en una barca funeraria. 
En una entrevista con la artista Nan Goldin (amiga y colaboradora), Araki medita sobre el “olor a muerte” que el mismo arte de la fotografía desprende en su intento de convertir en estático lo esencialmente dinámico. Dice Araki: “cuando fotografío la infelicidad sólo capturo la infelicidad, pero cuando fotografío la alegría aparecen reflejadas la vida, la muerte y todo lo demás. La infelicidad parece grave y pesada; la alegría es ligera, pero contiene su propia pesadez, un sentido inminente de muerte”.


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Christian Boltanski 

Christian Boltanski nació en París a finales de la Segunda Guerra Mundial, hijo de madre cristiana y padre judío; por lo que la huella del holocausto está presente en su obra. De pequeño nunca sintió que la escuela era su lugar, por esa razón emigro muchas veces de los centros educativos, hasta que sus padres comprendieron que era una misión imposible, y dejaron que se dedicara a la pintura, tendría para aquel entonces tan sólo 13 años.
Haber nacido en ese núcleo familiar, con una mezcla tan marcada de tradiciones y creencias, lo marcó mucho, al punto que su identidad no cuadraba con la de sus compañeros, además se sentía muy impactado por la muerte de tantas personas, aquellos homicidios en masa que cometieron los nazis a los nazis en los campos de concentración. 


Quizás por ello vemos reflejado en su trabajo, esa obsesión fundamental por la muerte y la identidad. Y es además una obsesión reiterativa con fotografías de rostros, imágenes borrosas, fotografías antiguas y arma sus grandes instalaciones para jugar con la fragilidad de nuestra memoria, que es al mismo tiempo la memoria que fue de alguien.
Es frecuente encontrarse en la obra de este francés, con fotografías que obtiene en los mercados, que a veces combina con ropas viejas, dando lugar a una iconografía completada con cajas de hojalata, teatrillos de sombras y otros elementos, que tienen un trasfondo autobiográfico y que remiten a presencias pero también a ausencias, porque probablemente lo que nos hace más conscientes de la ausencia de una persona, sea encontrarnos con sus objetos cotidianos, sus ropas, sus fotografías, sus libros. Siendo elementos que también remiten, en última instancia, a la vida, a la trayectoria vital del ausente.

“Por eso, lo que intento hacer es que la gente se olvide que es arte y piense que es vida. Para dar esta impresión de vida me sirvo de medios artificiales, del arte; no es la realidad, hago teatro; trato de que el espectador en ese momento olvide que está en un museo”, expresa Boltanski.
Es en los inicios de la década de los años 80, cuando el artista empieza a utilizar fotografías de personas anónimas, rastros de vidas que ya no recuerda nadie, que están perdidas en el limbo del olvido, y que el artista saca a la luz y pone ante el espectador con la pretensión de que éste encuentre en la obra sensación de vida.



“Lo que trato de hacer con mi trabajo es plantear preguntas, hablar de cosas filosóficas, no por historias a través de palabras sino por historias a través de imágenes visuales. Hablo de cosas efectivamente muy simples, comunes a todos. No hablo de cosas complicadas.” (Christian Boltanski)




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Sophie Calle

Definir a Sophie Calle, es difícil, lógicamente es una mujer, que además es de origen francés, pero no podemos enmarcarla solamente como fotógrafa o escritora, porque ella combina un conjunto de medios, con el fin de comunicar lo que cree o siente, para ello utiliza fotos, textos, imágenes, libros, folletines en periódicos, películas, emisiones radiofónicas, instalaciones, videos. Ella misma explica, que no le interesaba, a la hora de tomar fotografías, la técnica en sí misma, sino la idea y la acción que podía activar y registrar a través de este medio.


"Pedí a algunas personas que me proporcionaran algunas horas de sueño. Venir a dormir a mi lecho. Dejarse fotografiar. Responder a algunas preguntas. Propuse a cada uno una estancia de unas ocho horas, la de un sueño normal. Contacté por teléfono con 45 personas: desconocidos cuyos nombres me habían sido sugeridos por conocidos comunes, amigos y habitantes del barrio llamados para dormir de día. Mi habitación tenía que constituir un espacio constantemente ocupado durante 8 días, sucediéndose los durmientes a intervalos regulares. La ocupación de la cama comenzó el 1 de abril de 1979 a las 17 y finalizó el lunes 9 de abril de 1979 a las 10 , 28 durmientes se sucedieron. Algunos se cruzaron. Un juego de cama limpio estaba a su disposición, no se trataba de saber, de encuestar, sino de establecer un contacto neutro y distante. Yo tomaba fotos todas las horas. Observaba a mis invitados durmiendo".


 Les dormeurs, Sophie Calle
En este sentido, se puede decir que el trabajo de Sophie Calle, no lo hace únicamente sus fotografías o sus escritos sino el compendio de ideas y sobre todo, el proceso que ella suscita, con una constante narrativa. No teme poner en práctica las ideas que se le ocurren desde seguir a alguien y contratar a su vez un detective para sentir lo que es ser perseguida, hasta prestar su cama a desconocidos para fotografiarlos. 

Pero, quizás uno de sus grandes trabajos, ha sido la serie Les aveugles (Los ciegos), la presentó a mediado de los años ochenta. En ella muestra los testimonios de varias personas ciegas de nacimiento conforme a lo que ellos creen que es la belleza.

Cada pieza de las 23 en total, está integrada por una foto-retrato de la persona, junto a otro cuadro con su testimonio escrito, y debajo de todo ello una fotografía de aquello que la persona ha nombrado como su impresión subjetiva de la belleza. Ella lo describió así:
He encontrado personas que son ciegas de nacimiento. Que no han visto nunca. Les he preguntado qué es para ellos la imagen de la belleza.

Les aveugles, Sophie Calle
Al principio, ella sentía que sería cruel preguntarle a esas personas que jamás han visto, lo que representaba la belleza para ellos, y durante un año mantuvo esa idea sólo en su cabeza.
Pero un año más tarde, en Francia, a un ciego desconocido lo abordó preguntándole primero si era ciego de nacimiento y al responder si, ella le hizo la segunda pregunta. Aquel hombre respondió "la cosa más bella que nunca he visto es el mar".
En definitiva, la obra de Sophie Calle, cultiva, al mismo tiempo, la ficción y el secreto, el voyeurismo y el exhibicionismo, la narrativa junto a la imagen y por encima de todo no se desprende nunca del sentir.

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Martin Parr

Martin Parr es un fotógrafo de origen británico, reconocido internacionalmente por su particular acercamiento a la fotografía de documentación social, pero que se caracteriza por el sentido del humor y la ironía de su mirada sobre el estilo de vida de la gente. Desde el año 1994, es miembro de la Agencia Magnum, y en el 2008 recibió el premio PhotoEspaña Baume et Mercier.  


Martin Parr es un cronista de nuestra época. A la vista del constante crecimiento del flujo de imágenes publicadas por los medios de comunicación, sus fotografías nos ofrecen la oportunidad de ver el mundo desde su perspectiva única.

A primera vista, sus fotografías parecen exageradas o incluso grotescas. Los motivos que elige son extraños, los colores son chillones y las perspectivas son poco comunes.

Parr, cuenta con sus propias armas elegidas: la crítica, la seducción y el humor. Como resultado, sus fotografías son originales y divertidas, accesibles y comprensibles. Pero, al mismo tiempo, muestra una manera penetrante de cómo vivimos, cómo nos presentamos a los demás, y lo que valoramos.



El ocio, el consumo y la comunicación son los conceptos que este fotógrafo británico ha estado investigando desde hace varias décadas en sus viajes alrededor del mundo. En el proceso, se analiza las características nacionales y fenómenos internacionales para averiguar cuán válidos son los símbolos que ayuden a las generaciones futuras para entender nuestras peculiaridades culturales. 






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Cindy Sherman

Cindy Sherman nació en New Jersey, es una artista, fotógrafa y directora de cine estadounidense. Se empezó a interesar por las Artes Visuales mediante la pintura, aunque enseguida pasó a usar la fotografía como medio favorito de expresión debido a las limitaciones que encontraba en la pintura. Es conocida sobre todo por sus series de autorretratos conceptualesusando estética y planos propios del cine negroSi bien Sherman aparece en las fotografías, ella no las considera propiamente autorretratos.


Sherman se usa a sí misma como un vehículo para comentar una variedad de temas del mundo moderno: el rol de la mujer, el rol del artista y muchos mas. Es a través de estas ambiguas y eclécticas fotografías que Sherman ha desarrollado una marca de estilo propia. A través de sus diferentes series de obras, Sherman ha generado preguntas desafiantes y significativas acerca del rol y la representación de la mujer en la sociedad, en los medios y sobre la naturaleza de la creación en el arte
Como primera medida, el trabajo de Sherman, surge en un período, la posmodernidad, en el cual se producen una serie de rupturas liberadoras pero desconcertantes. Los paradigmas del tiempo lineal y por ende del progreso, de la omnipotencia de la razón y por ende de la ciencia como entidad que aparentemente garantizaba dicho progreso, de los grandes relatos, del sujeto autónomo, perdieron peso, se desfragmentaron, revelaron hendiduras por las cuales se filtraron una serie de movimientos que enriquecieron los aires que se respiraban, pero que, también, introdujeron numerosos conflictos. Uno de ellos fue el multiculturalismo. 


En Estados Unidos, lugar de nacimiento de la fotógrafa, la hegemonía de la cultura blanca entró en crisis y se pretendió solucionar las diferencias aplicando lo políticamente correcto. Ese proceso, tuvo un impacto en el arte ya que fue necesario darle un espacio, una voz a ese “otro múltiple”, a las culturas colonizadas, a las minorías (étnicas, sexuales, religiosas, culturales, estéticas). Las culturas occidentales perdieron soberanía y se reconoció la multiplicidad cultural. Si bien Sherman no se considera parte de las minorías feministas, es inevitable pensar que su obra toca temas intensamente relacionados con la filosofía de esos movimientos.





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Alexander Rodchenko

Alexander Rodchenko nació en Rusia, específicamente en San Petesburgo, en el año  1891. Estudió en la Escuela de Arte de Kazán instruido por Nikolai Feshin y Georgii  Medvedev, y en el Instituto Stroganov de Moscú. Al principio sus dibujos se veían bajo  influenciado por el supramatismo de Malevich. En 1916 participó en “La Tienda”, una  exhibición organizada por Vladimir Tatlin, quien fuera otra influencia formativa en el  desarrollo artístico de Rodchenko.

                          



Su paso por la fotografía
En 1924 cuando requería material nuevo para sus fotomontajes, Rodchenko recurrió a la cámara para tomar sus propias fotografías, para finalmente reconocer a la fotografía como el medio artístico por excelencia de esa época. Rodchenko, dedujo que la fotografía era la actividad del ojo humano, puesto que la cámara le permitía tomar fotos desde cualquier posición.
Utilizó su cámara para reflejar las desconcertantes sensaciones a las cuales se ve sometido el habitante de la gran ciudad moderna. Su fotografía era comprometida socialmente, formalmente innovadora y opuesta completamente a un pictorialismo estético.

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